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“¡La calle es libre!”, exclamaban los niños del barrio San José de La Urbina mientras jugaban, cada vez que algún adulto atareado los regañaba por estorbar su paso por las vías o interrumpir sus quehaceres. Cansados de improvisar espacios para jugar al aire libre, orientados por el bibliotecario del barrio, decidieron ir hasta el Concejo Municipal y exigir la construcción de un parque para ellos. El espacio existía y las ideas sobre lo que querían ya estaban definidas; sólo faltaba quien se los construyera. Sin embargo, a pesar de haber levantado sus voces, de haber salido en primera plana del periódico gracias a una periodista que encontró interesante su historia y de que el Concejal prometió construirles su parque, todo quedó allí, en promesas incumplidas. Negados a darse por vencidos y motivados por la necesidad de ver cumplido su sueño, decidieron pedir ayuda a sus familiares y vecinos; quizás entre todos lograrían construir el tan anhelado espacio.<br /> <br /> La calle es libre está inspirado en una historia real de unos niños de un barrio de la ciudad de Caracas. Los llamados barrios son conocidos en Brasil como favelas, en Chile como poblaciones callampas y en México como villas miseria. La lectura de este maravilloso libro, que ha sido traducido a más de 14 idiomas, resulta inspiradora y aleccionadora. Porque aunque nos golpea de frente con una dura realidad que hoy viven miles de personas en el continente, enseña la importancia de trabajar por los sueños, de nunca darse por vencido, de encontrar la fuerza en la unión y de siempre defender la libertad. Como mamás nos ponemos de pie para aplaudir cada una de las líneas que nos regala este texto y cada una de las imágenes que lo acompañan pues enseñan a nuestros pequeños-grandes lectores sobre realidades que aunque no se vean a diario, no dejan de existir.